Levitantes
La dimensión industrial de los materiales abre toda una línea en la obra de Zech que cruza política, técnica e historicidad. Ya en las bienales cordobesas IKA de la década de 1960 el uso de procedimientos y materiales industriales podía funcionar dentro de un programa conceptual político en el que las materialidades industriales ofrecían un horizonte de contraste.
El filósofo Walter Benjamin señalaba en un texto clásico que toda operación política en el arte tiene como presupuesto una transformación en las condiciones técnicas de producción. En la obra de Zech, la dimensión técnica abre a la obra como un territorio en el que se negocian sentidos. El progresivo intercambio con los talleres que comercializan la pintura bicapa que Zech aplica, por un lado, y por otro con los que realiza el plegado del metal para los módulos, implicó la movilización de conversaciones que transformaron las prácticas de unos y otros en ambos sentidos, en procesos que van desde calibrar las máquinas y llegar a identificar el color buscado por la artista hasta un progresivo conocimiento de los umbrales de sensibilidad que se ponen en juego en cada oficio.
La dimensión política de la técnica también puede pensarse en la refuncionalización del dispositivo, en la utilización con fines poéticos de objetos instrumentales. Los imanes de neodimio reciben diferentes usos en sistemas de audio, instrumentos médicos e incluso en la producción de exposiciones como un dispositivo de montaje. El modo de uso de Zech es el de un sistema de unión de módulos pero también de elemento compositivo del campo visual. Los usos estéticos del magnetismo tienen una sucinta tradición en las artes visuales argentinas. La teoría de Wilhelm Reich sobre la energía orgónica -una lectura magnética de la libido freudiana- había inspirado zonas de la producción del pintor Juan Batlle Planas y Víctor Magariños D. constituyó la relación entre color y magnetismo como tema de algunos dibujos en la década del 70. Pero en este caso las construcciones no sólo representan el magnetismo sino que funcionan en base a él.
Por una parte está el gran número de construcciones en la que los imanes unen bloques, como la argamasa entre los mampuestos que forman una pared. En la ranura visible entre uno y otro módulo se ve justamente eso: la línea puntuada de los neodimios que ejercen la unión. Son imágenes anti-clásicas que quiebran el principio poético según el cual las junturas entre las partes deben advertirse lo menos posible.
Por otro, la serie de los levitantes exploran un modo de funcionamiento del magnetismo que hasta entonces las condiciones técnicas de posibilidad hacían improbable: el magnetismo por repulsión. Son máquinas célibes en las que no se produce nada, un juego imposible para la economía de la tecnociencia pero nacido de la práctica colaborativa con los laboratorios.
Pag .11, Cartografía de una obra en devenir, Juan Cruz Pedroni, 2017